viernes, 2 de septiembre de 2011

Penalización del racismo en Colombia: ¿Vulnera la libertad de expresión?


Verdad de perogrullo es que la libertad de expresión -así como la de acción y de asociación- es un derecho fundamental consagrado en la Carta Política de todo Estado que se reconozca como democrático y en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos. Pero no muchos advierten el riesgo que infortunadamente corren esos derechos de ser profanados por quienes buscan legitimar en ellos pensamientos y conductas tan retrógradas como abominables. Aunque la protección del disenso y brindar garantías al debate y la deliberación de ideas sean el fin con el que fueron concebidos, se hacen a menudo ostensibles los esfuerzos por amparar en ellos el racismo, la xenofobia, la homofobia, la intolerancia religiosa entre otras actitudes malsanas por parte de grupos como los neonazis y demás movimientos de extrema derecha en Colombia que ahora se enfrentan a la posibilidad de la penalización de cualquier acto de discriminación no solo por razones de raza o etnia, sino también de religión, ideología u orientación sexual, etc. propuesta por el proyecto de ley de autoría del senador Carlos Baena y la representante Gloria Stella Díaz, que acaba de ser aprobada.

Además de alegar que se está restringiendo su derecho a expresarse, los integrantes de estas facciones asumen de la forma más pueril esta iniciativa como una "persecución política", aduciendo que se criminaliza a la extrema derecha más no al comunismo, su ideología antagonista, un argumento a todas luces estéril si se considera que más que a un pensamiento (bastante primitivo y bestial, hay que decirlo) lo que se pretende ilegalizar es un conjunto de prácticas y comportamientos derivados de él que vulneran la integridad de determinados grupos humanos (como las amenazas y agresiones recibidas por los negros y la comunidad LGBT de Bogotá). Por otro lado, resulta muy curioso que quienes reniegan de la democracia y defienden el totalitarismo y la supresión de todas las libertades ahora salgan a protestar supuestos atropellos. Si el nacionalsocialismo y el fascismo en general son tan mal entendidos por el resto de la sociedad y si su ideario político es tan amplísimo y "generoso" como sugieren sus militantes, pregunto ¿Porqué la renuencia a adaptarse a esta nueva circunstancia legal? ¿Porqué esa obstinación en aferrarse al racismo como su principal componente? ¿Será que después de todo el aporte de estos grupos a la sociedad se reduce a meras posturas histriónicas, discursos de odio y una copiosa pero fútil simbología?

Demostración del uso de "la libertad de expresión".

Sin embargo también hay que anotar que el racismo, la xenofobia y la homofobia no se circunscriben únicamente a manifestaciones filofascistas. Colombia abunda en conductas discriminatorias en todas las esferas sociales especialmente contra las comunidades negras e indígenas, y cualquier pretensión de negar, o peor, justificar ese estado de cosas es vergonzoso. Por lo tanto la lucha contra este flagelo no solo debe involucrar medidas punitivas sino también pedagógicas, porque quedarse en el castigo siempre será insuficiente para un país que carga con una nefasta herencia sociocultural de la colonia.

martes, 16 de agosto de 2011

Regionalismos y demás pendejadas.


Si este mundial sub-20 realizado en Colombia pretendía despertar ese patriotismo marca "Colombia es Pasión", claramente ha fracasado en el intento, en vista de que su único logro ha sido la incitación a los estúpidos regionalismos que desde hace mucho, principalmente a través de redes sociales y foros virtuales, contribuyen a fragmentar aún más a este maltrecho país. Temas como la elección de las sedes, la inauguración que tuvo lugar en la ciudad de Barranquilla, y la transmisión de los partidos son por estos días la chispa que enciende el combustible de las rencillas regionales de las que se desprenden comentarios de esta clase: que la inauguración fracasó porque los costeños son "perezosos" (sic), que si esta se hubiera hecho en Medellín el resultado habría sido distinto (sic), que hay mucho centralismo en la emisión de partidos ya que la mayoría son en Bogotá, que la "rosca del eje cafetero" le arrebató la oportunidad a ciudades más importantes como Bucaramanga o Cúcuta de ser sedes del campeonato (sic), entre otros alegatos que solo supuran bilis e ignorancia y que confirman que el regionalismo no es más que una tara mental que priva a quien la padece de la objetividad y la cordura.

Puede que para los que tanto defienden el regionalismo todo lo anterior suponga una afrenta contra lo que en su criterio solo ofrece "efectos benéficos", pero la verdad es que no es mucho el esfuerzo que se requiere para discernir entre el sentimiento que debería vincular productivamente al individuo con el suelo en que nació, y el anormal/irracional/aberrante afecto por el terruño cimentado únicamente en un morboso desprecio por lo que reside o proviene de afuera de él, que es lo que comúnmente se acepta por regionalismo en Colombia, germen de una avalancha de grupos y páginas en Facebook que se dedican a propagar esa hiel con niveles crecientes de racismo. Una buena cantidad de bogotanos, por ejemplo, de esos que creen que la capital es la única ciudad que existe en el país, suelen distinguir entre dos grupos de personas en Colombia: los capitalinos "cultos y educados" y los provincianos "incivilizados", mientras no pocos paisas se ufanan en el convencimiento (bastante sobredimensionado por cierto) de que son los únicos que trabajan en Colombia, que son los más de los mases y que albergan una cualidad genética ancestral que los singulariza, a pesar de que hace muchos años la realidad demográfica de su región hace de esta obsesión por parecer "más vascos" un mal chiste. Cabe anotar que en el acicate de ese chauvinismo xenofóbico también tienen su cuota de responsabilidad la prensa deportiva (considerando la estrecha relación del fútbol colombiano con el regionalismo) y canales como RCN y Caracol, siempre conocidos por resistirse a introducir mayores ingredientes culturales en su parrilla televisiva en lugar de realities insustanciales como "el Desafío de las regiones" o novelas llenas de estereotipos regionales ramplones.

Otra razón que me impele a detestar esta enfermedad del regionalismo es el lavado de cerebro que inevitablemente ejerce sobre quienes fueron criados con él. En Colombia es habitual que ese sentimiento magnifique los atributos o las virtudes de ciertas regiones a los ojos y a los oídos de sus habitantes y oculte sus tachas, lo que les hace pasar del simple arraigo a una engañosa sensación de superioridad. De ahí que muchos interpreten los logros de su región como "sus" logros personales y al mismo tiempo como una autorización implícita a desdeñar de todo lo demás, pese a que la simple realidad pulveriza esa idea: los logros de terceros, por mucho que se esfuerce la imaginación, nunca serán logros propios por el simple hecho que compartan el mismo origen territorial; un edificio corporativo, un sistema de transporte, jamás llegarán a ser posesiones personales. Los regionalismos, en últimas, al igual que los nacionalismos, solo son refugio de mentes desposeídas de voluntad y amor propio. Colombia siempre ha sido un país pobre en autoestima; Colombia es pasión después de todo.

"Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de pertenecer a una nación"


Arthur Schopenhauer

viernes, 12 de agosto de 2011

Inmune a la vergüenza


El "honorable" Congreso colombiano, el mismo que no termina de atravesar por el vergonzoso proceso de la Parapolítica, el mismo que aún proporciona sus poltronas a los implicados en el escándalo de DNE y el mismo que se postró a los pies de Uribe y le entregó la poca dignidad que tenía (si es que le quedaba) a cambio de toda clase de prebendas, contempla hoy la posibilidad de revivir la impunidad inmunidad parlamentaria (en la que Pablo Escobar aspiró a ampararse cuando todavía regía la Constitución de 1886) gracias a la iniciativa del sub-judice Juan Manuel Corzo, actual presidente de la institución y miembro del decimonónico Partido Conservador, investigado por la Corte Suprema y la Procuraduría.

En un muy mediocre intento por dorar la píldora, Corzo propone este Proyecto de Ley con el argumento de que "hay que fortalecer al Legislativo frente al notable desequilibrio entre las ramas del poder". Sin embargo, a pesar de estas glosas, la asociación de este Proyecto de Ley con todos los escándalos de corrupción que han mancillado la reputación del Congreso en los últimos años, y específicamente con los procesos judiciales que tienen a 45 parlamentarios al borde de la desesperación (entre los que se cuenta el mentado presidente y ponente del proyecto) es evidente.

¿A quién pretende engañar el señor Corzo? ¿Por qué situar la preocupación por el "desequilibrio entre los poderes" justo en el momento en que las investigaciones de la C.S.J. amenazan con despojar de su investidura y curul a él y sus compañeros? ¿Es tan grave su situación jurídica que la doble instancia que recién propuso el Consejo de Estado no supone para ellos una garantía fiable?

sábado, 6 de agosto de 2011

El Arte de habitar

Siempre he visto en la diversidad cultural y étnica de Colombia, así como en la exuberancia de su flora y fauna, un tesoro mucho más invaluable que todas las reservas minerales o extensiones de tierra fértil que tanta codicia despiertan en unos pocos; riqueza no valorada por cuanto no es bien entendida. La discordia, entre tantas otras calamidades, es la que más encuentra en estas tierras fecundas en rencor el alimento necesario para sobrevivir y reinar al paso de los años, palpitando con furia en lo que llamamos regionalismo por fuerza de la costumbre por no darle la denominación de xenofobia que reclama: ese odio maniático a todo lo que mora, crece o respira fuera de la región natal; la extraña veneración de lo propio estimulada por la tirria a un acento diferente, a un folklore diferente, mientras se alucina con un espejismo de prosperidad. Este país empezará a transitar por verdaderas sendas de progreso cuando nos entendamos como lo que somos y lo que podemos llegar a ser, una heterogeneidad orgullosa y tolerante. En la siguiente columna publicada en EL Espectador titulada "El Arte de habitar", William Ospina realiza una magnífica radiografía de la complejidad cultural del país, cuya lectura recomiendo:



31 Jul 2011 - 1:00 am

William Ospina

El arte de habitar

Por: William Ospina

Uno de los primeros deberes de la educación es enseñarnos a habitar el territorio, pero Colombia es un extraño país con el que no es fácil familiarizarse.


Este territorio es una suerte de rompecabezas y los mapas muestran apenas una parte de la realidad, un aspecto de las cosas que existen. Para entender un mundo hay que superponer mapas de suelos, de cultivos, de climas, de cursos de agua, de fenómenos atmosféricos, de períodos históricos, de poblaciones, de culturas. Como diría Borges, el mejor mapa es la realidad y el mejor aprendizaje la vida misma.

Mirando el mapa, uno creería que Medellín y Santafé de Antioquia tienen muchas cosas en común, pues pertenecen al mismo departamento. Lo mismo podríamos creer de Cali y Buenaventura, de Popayán y Guapi, de Pasto y Tumaco, de Manizales y La Dorada, de Bogotá y Girardot, de Tunja y Puerto Boyacá, de Bucaramanga y Barrancabermeja. Pero en más de un sentido no hay sitios más distintos.

Se diría que Colombia es varios países, que cada uno llega a cierta altura. Un país desde el nivel del mar hasta los ochocientos metros: de mares, de ríos, de lanchas, de luz madura, de sensualidad a flor de piel; otro país desde los ochocientos hasta los mil seiscientos: de bosques floridos, de cafetales, de platanales, de ciudades llenas de vegetación; otro de los mil seiscientos para arriba: de abismos, de niebla, de lloviznas, de páramos, de pueblos sombríos, de montañas misteriosas y de nieves perpetuas. Por eso las ciudades que se parecen entre sí y parecen pertenecer a la misma región son Pasto y Tunja, Cali y Villavicencio, Leticia y Magangué, Medellín y Armenia. Y lo que parece un error son más bien las divisiones políticas dictadas por la mera cercanía física.

Durante mucho tiempo Bogotá gobernaba el país como si todo estuviera a dos mil seiscientos metros de altura, como si aquí no hubiera tierra caliente, ni selvas, ni caimanes, ni anacondas, ni guacamayas, ni hormigas arrieras. Como si aquí no hubiera comunidades indígenas, ni descendientes de esclavos africanos, como si no se hablaran ochenta lenguas distintas, y Colombia fuera un país de gente blanca, católica, europea; de muebles vieneses y humor británico; de gabardinas y paraguas negros bajo una lluvia eterna y gris. Los presidentes de la República visitaban a veces con sus ministros a Cartagena o a Mompox enfundados en sacolevas negros, y la gente no acababa de saber qué velorio era aquel.

Aquí basta viajar tres horas en cualquier dirección para encontrarse en otro país: para ir de la resolana a la niebla, de la alegría a la melancolía, de la extroversión al silencio, de las praderas a los abismos, de la selva al desierto, de la sequía a la inundación. Todo esto parecería un problema y una dificultad, pero es todo lo contrario: una lección de riqueza y, bien leído, bien entendido y bien celebrado, ha debido enseñarnos hace tiempos el respeto de la diversidad, la alegría de la pluralidad, la belleza de los contrastes. No hay nada más diverso, más entretenido, que viajar aquí diez horas por tierra, de Bogotá a Cali, de Medellín a Cartagena, de Bucaramanga a Santa Marta, de Buenaventura a La Dorada 

Colombia es exuberante, pero ¿cómo sería cuando el río Magdalena estaba lleno de caimanes, cuando la sabana de Bogotá estaba llena de venados, cuando por los cielos de Cundinamarca cruzaba el vuelo enorme de los cóndores que le dieron su nombre? Porque Cundinamarca significa, o significaba, “el país de los cóndores”.

Hemos tenido pésimas costumbres, y quizá la peor es la manía de exterminar la fauna silvestre. Uno de los peores vicios que llegaron de Europa fue la cacería inútil: empezaron su trabajo los rifles y las carabinas, y no quedó un tigre en Risaralda, ni un armadillo en Caldas, ni un saíno en Córdoba, ni un cóndor en Cundinamarca, ni un venado en la Sabana, ni un caimán en el Magdalena ni una babilla en el Cauca, ni una anaconda en el Meta. Y mejor no recordemos que hace un par de generaciones aquí no había muchacho que no llevara una honda de hilos de caucho para derribar pájaros por gusto.

No nos enseñaron que Colombia es el país con mayor variedad de aves del mundo, y que teníamos la oportunidad extraordinaria de convertirnos en grandes ornitólogos, observadores y conocedores de muchas especies de pájaros, o ser como Matiz y Rozo, los artistas de la Expedición Botánica, de quienes dijo Humboldt que eran los mejores dibujantes de plantas del mundo. Mejor les hubieran regalado a los muchachos binóculos para que se asombraran con los colores de los plumajes, con las formas de los azulejos y los toches, de los sinsontes y los carpinteros, de las torcazas y los barranqueros, en vez de reaccionar ante cada trino del camino con una piedra infame.

No hemos sido suficientemente agradecidos con la tierra en que vivimos. No le dan a uno el paraíso para que lo arrase, sino para que lo cultive y lo dignifique; no le dan tantos climas para que uno simplifique el mundo, sino para que comprenda su riqueza; no le dan tanta variedad de árboles para que uno convierta el hacha en el símbolo de una cultura, sino para que aprenda los nombres y las propiedades, las diferencias de las maderas y de las hojas.

Porque hay maderas balsámicas, como las llamaba Aurelio Arturo, y hay maderas dóciles al arte; y cuando es preciso derribar un árbol por alguna razón importante, hay que saber agradecer por él y convertirlo en objetos nobles. Hay árboles que entienden de música y árboles que saben de amistad, hay maderas que perfuman el mundo y cortezas milagrosas que curan y que enseñan.

domingo, 31 de julio de 2011

El Uribismo y sus delirios de persecución


Uno como ciudadano de a pie admite sin contestación el axioma de que la corrupción (así en abstracto) en cualquiera de sus manifestaciones debe ser castigada con todo el rigor de la justicia. Pero en este país, la polarización ideológica e incluso los apegos regionalistas a menudo dan al tema un trato palpablemente selectivo. Un muy buen ejemplo de esto podría ser la avalancha de casos aberrantes de cohecho, desfalcos, violaciones a los derechos humanos y nepotismo que nos legaron los dos periodos presidenciales de Uribe, por los que ahora comparecen sus artífices ante la palestras judiciales y ante la desaprobación de buena parte de la opinión pública, pero que también tienen el recibo minimizador - o en el peor de los casos, indulgente- del lenguaje uribista, que paralelamente señala con fiereza la "politización" de la justicia cada vez que afecta los intereses de sus cabecillas, pero que la ensalza cuando los investigados/sentenciados pertenecen a la izquierda. Así, son notorios sus esfuerzos por convertir el caso de las relaciones prohibidas entre Samy Moreno y los Nule y las imputaciones a Piedad Córdoba por la Procuraduría en la cortina de humo perfecta para tamizar las calaveradas del Uribismo.

Ese sesgo en la percepción del delito es peligroso. La corrupción no puede tener fronteras ideológicas: Tan denostable es la forma indecente como se adjudicaron obras en Bogotá, como las relaciones de Piedad Córdoba con la guerrilla, y los desfalcos y cohechos que caracterizaron al Gobierno de Uribe, sin olvidar sus falsos positivos. La presunción de que todas las investigaciones por corrupción son parte de una "persecución política contra el uribismo" es un insulto a la inteligencia.

miércoles, 20 de julio de 2011

COLOMBIA: 201 AÑOS DE MENTIRAS

Son 201 años en que lo verdaderamente inmarcesible ha sido la búsqueda de pretextos para las guerras y odios fratricidas, y en que el incremento de la desigualdad social ha sido directamente proporcional a la corrupción que, a propósito, nunca estuvo tan enraizada en las instituciones del Estado y en la clase dirigente como ahora


Llegó el 20 de Julio, con toda su pompa y su fanfarria. Día en que el colombiano de pie se siente llamado (o forzado) a entonar con más aliento del habitual esas líricas de Oreste Sindici que el resto del año pronuncia de forma mecánica e irreflexiva, y a maravillarse con la solemnidad de las procesiones militares en calles y plazas bautizadas con nombres de próceres que desconoce, para celebrar la independencia que nunca llegó, o mejor, esa transición de poderes que comenzó hace 201 años con el estruendo de mosquetes y el traqueteo de las bayonetas: la sustitución de amo y de bandera, de la encomienda por la maquila, la Cruz de Borgoña por la omnipresente barriestrellada, camufladas en el tricolor que por este día ondea en balcones y aleros, pero que disimula muy pobremente la débil soberanía de este protectorado llamado Colombia.


Bandera del Estado libre asociado de Colombia

Son 201 años en que lo verdaderamente inmarcesible ha sido la búsqueda de pretextos para las guerras y odios fratricidas, y en que el incremento de la desigualdad social ha sido directamente proporcional a la corrupción que, a propósito, nunca estuvo tan enraizada en las instituciones del Estado y en la clase dirigente como ahora. Dos siglos y un año, y todavía seguimos insistiendo en una precaria solidez como país con base en un centralismo bogotano apático a los intereses de regiones, que aún hoy coquetean con el separatismo y persiguen la meta que conquistaron tempranamente Ecuador, Venezuela y Panamá.

201 años de comernos el cuento del "multiculturalismo colombiano", buscando ingenuamente con su mención eclipsar y alcahuetear el racismo de un pueblo que en pleno siglo XXI sigue mostrando una fijación enfermiza por el color de piel y la extracción social. 201 años en que la herencia discriminatoria española se ha conservado intacta y el sentido despreciativo de las palabras indio o negro no es desterrado del habla del colombiano de a pie, de ese que se victimiza en Europa cada vez que oye la palabra "sudaca" y que tanto se ufana de ser incluyente y cordial (con el extranjero, claro esta).


En fin, 201 años de mentiras.

martes, 21 de junio de 2011

El clasismo de las telenovelas colombianas


De todo el repertorio de clichés empleados por los novelones de los canales privados, el de las clases sociales es, creo, el más explotado de todos. Ignoro si esto obedece a la simple pretensión de la industria televisiva de buscar una identificación rápida de todos los estratos sociales de este país, o a un trauma con la literatura infantil, pero lo cierto es que se han encargado de hacer de este temita la columna vertebral tanto de telenovelas y seriados, como de comedias y hasta programas infantiles, y como todo lo que producen RCN y Caracol, está plagado de estereotipos que ponen en relieve no solo las limitaciones creativas de guionistas y directores, sino también ciertos prejuicios sociales que enmascaran con toda esa cursilería a la que han venido acostumbrando al colombiano de a pie, porque no hay que olvidar que esta es una televisión para pobres hecha desde la perspectiva de los ricos.

Pueden cambiar los titulos, el lugar o la época en que se ambientan estas producciones, pero la historia sigue siendo la misma: la típica del "amor" entre dos personas unidas por el "destino" (o por sus ansias de escapar de la rutina de su entorno), que viven su idilio rodeados de incontables dificultades surgidas del desencuentro entre las clases sociales de las que provienen: los lujos y hasta las extravagancias de uno de los protagonistas contrastan con las habituales carestías y la forzosa frugalidad del otro. Los obstáculos para esta aparentemente tan desinteresada relación los aportan siempre las familias y las amistades de los protagonistas (especialmente la del protagonista rico) una vez se enteran de ella y arremeten con toda su descarga de prejuicios para disolver la mentada unión. Ahora, muy a pesar de la manoseada premisa de "el amor rompe barreras sociales" que plantean hasta la saciedad, estas novelas transpiran un insoslayable clasismo, patente en el deliberado empeño de los guionistas, directores y hasta los actores de recrear lo que a su juicio define al pobre: ser grotesco, inculto, bullanguero, fanático y violento, en oposición a la etiqueta, el refinamiento y el "altruismo" que exhiben las clases altas. Después de mil penurias y malentendidos, estos dramones concluyen que el protagonista pobre estaba desde el principio destinado al ascenso social, y la relación con su cónyuge rico constituye ante todo un privilegio que ningún otro de su clase ha conseguido, pues es el trampolín que lo catapulta a la élite.

Poco interesa si se llama "Chepe Fortuna", "A Mano Limpia", "Padres e hijos", "Los Reyes", "Hasta que la Plata nos Separe", o "El Joe, La Leyenda", es ostensible la dependencia de la novela colombiana a este tema y a su filosofía rebosante de hipocresía. Si, hipocresía, porque es un tema que no guarda ninguna consonancia con la realidad de un país donde el estatus e incluso la raza condicionan en la mayoría de casos el progreso y las relaciones sociales, acentuado por el hecho de que la mayoría de actores, directores y guionistas de estas novelas pertenecen a prestantes familias célebres entre otras cosas por su marcada práctica de la endogamia y el racismo. Este tipo de programas no pasan de ser una fantasía con que el colombiano de a pie se autoengaña y se cierra a creer que el mundo de afuera es tan igualitario como las novelas se lo pintan.

martes, 7 de junio de 2011

Blogs: prepotencia y otros desatinos.


Sigo con este tema de los blogs que se especializan en la crítica, quizá por que siempre se encuentra algo significativo en este mundo, o sencillamente por pura falta de oficio.

Es que de nada sirve criticar al sistema si la emoción es el único combustible que impulsa este ejercicio, siempre en detrimento de la razón, como acontece con un millar de páginas cuyos administradores exteriorizan de la forma más pueril o un descomunal resentimiento o el más ciego de los optimismos, según su orientación política/religiosa o vivencias personales, dándose el caso de que es difícil en muchas ocasiones distinguir una de la otra. Es común en estos blogueros, que creen haber escriturado la verdad absoluta, maquillar todos sus prejuicios ideológicos, religiosos y hasta raciales con el barniz de la libertad de expresión, a la que por cierto no están muy dispuestos a respetar a la hora de enfrentar opiniones opuestas.

La radicalización de estos sitios es tal, que para todo el que se aparte de su cosmovisión tienen asignado todo un repertorio de epítetos y descalificaciones que solo consiguen delatar su pobre capacidad para sostener un debate de altura.

En fin, la prepotencia nunca antes fue tan patente como en ciertos blogueros que instrumentalizan la crítica con el único objetivo de vanagloriarse y desahogarse, no tanto de la dura realidad del país o del mundo, como si de todos sus resentimientos y frustraciones.

martes, 31 de mayo de 2011

El estigma de la "cultura salsa" en Cali



En pleno siglo XXI todavía no termino de comprender el porqué de esa tozudez de la Alcaldía de Cali y la Gobernación del Valle del Cauca por seguir designando a la salsa como única manifestación identitaria de una región que se caracteriza por su diversidad cultural y étnica. Es inaceptable que en una ciudad tan heterogénea, donde convergen personas, ritmos y sabores tan distintos, todos los esfuerzos de los gobiernos locales estén orientados únicamente a reforzar la parálisis cultural que la gobierna desde hace muchos años, mediante el excesivo y hastiante incentivo a la salsa.

Es un lugar común reconocer que en un gran porcentaje la culpa de tal rezago y de la estimatización que macera a Cali en el contexto nacional - y hasta internacional- gravita sobre la ineficacia de una clase dirigente que en muchos ámbitos da muestras de su miopía gerencial, y la promoción cultural, cómo no, es uno de ellos. No hay stand de feria empresarial o canal de televisión en los que el secretario de "cultura" (!) y turismo de turno no esté presente portando la cuña que respalda ese rótulo tan desafortunado que se ha ganado esta ciudad: el de "Capital de la salsa". Desafortunado porque, con el respeto que merecen los amantes de ese género musical, se ha convertido en un estigma.

Este predominio de la salsa en la oferta cultural y turística caleña es a todas luces abusivo y excluyente: mientras eventos como el Festival Internacional de Cine de Cali se cancelan por supuestas "dificultades presupuestales", la Feria de Cali, el Festival mundial de la salsa y el Festival de salsa y verano continúan desarrollándose sin ninguna contrariedad, y por supuesto, con el amparo de la Alcaldía de Cali a través de su Secretaría de Cultura y Corfecali.

Al elegir un ítem específico como estandarte de su cultura las ciudades buscan definir su identidad, con el riesgo de que tal identificación comporte un anquilosamiento. Y eso es lo único que tristemente ha dispensado la salsa a una ciudad como Cali: la lastimosa reputación de ser la meca de un género que tiraniza los espacios de la cultura y el entretenimiento, marginando otras expresiones.

Y después nos preguntamos porqué a Cali y al Valle del Cauca se les da un trato de quinta, porqué se les da tan poca importancia en la erogación de recursos del Estado, en los espectáculos que se presentan en el país, etc. Porque ni los que vivimos en esta región ni los políticos que elegimos proponemos una imagen distinta de ella, seguimos empleando las mismas gastadas estrategias de cortos resultados.

martes, 24 de mayo de 2011

Criticar por criticar. De la irreverencia y otras yerbas.


De todos los blogs con que me he topado, son los de crítica, que proliferan bastante en la web, los que más han llamado mi atención, y no solamente por que sea la crítica el género en que se inscriben (al igual que este blog), sino por la formula que emplean, que es la que determina su éxito. La táctica con que buena parte de ellos procura granjearse notoriedad es la irreverencia, que hay que decirlo, nunca antes fue tan abusada como ahora.

No es un secreto que el lenguaje políticamente correcto y demás formalismos resultan agobiantes por la rigidez que los define, y por consiguiente sea natural la aceptación de transgresiones de cualquier norma como una alternativa mucho más seductora a la hora de cautivar a personas del común, para las que cualquier materia con algo de complejidad o profundidad es causa de confusión, y hasta de espanto. Si esa disyuntiva es constante en todos los medios tradicionales ¿Porqué la internet, y particularmente el mundo de los blogs, tan democrático y accesible, iba a estar excluido? La irreverencia supone entonces, no solo un cambio de estética, sino un intento por simplificar temáticas.


Pero como toda moda, esto de la irreverencia también es susceptible de volverse cansón. No voy a criticar la irreverencia per se, porque, en primer lugar, constituye una transformación positiva en el campo de las comunicaciones, además sería hipócrita de mi parte amonestar algo que me ha deleitado como espectador. Pero con lo que no me avengo es con esa obsesión de muchos blogueros, sobre todo los colombianos que son los que más conozco, por tomarse al pie de la letra el ser irreverentes, como una regla que toca cumplir a la fuerza con tal de mantener un alto tráfico de visitas. Hablo sobre todo de ese tipo de bloguero nostálgico de la generación de los 90's, educado por El Siguiente Programa, South Park y MTV y que en virtud de esta influencia, tiende a mirar todo como digno de su mordacidad pero también de su visceralidad. Y cuando digo todo, es TODO, pues no parece haber nada de su agrado. Solo basta con decir que en estos blogs es moneda corriente atacar a la persona y no tanto a lo que representa esa persona, que en un blog de crítica tradicional es esencial.


En definitiva, creo que la critica social, política y televisiva es imprescindible en internet, y más cuando en los medios tradicionales la poca que hay está tan prostituida. Pero no le hace ningún bien a la crítica renunciar a la razón y dejarse gobernar por la puerilidad de criticar por el simple placer de criticar, sin que tercie ningún motivo, que ahora recibe la denominación de "irreverente".

sábado, 14 de mayo de 2011

Colombia: el paraíso de la corrupción

Cortesía de Matador Cartoons

Ni los desfalcos a la salud o a los damnificados por el invierno, ni el carrusel de la contratación, ni el expolio de tierras a campesinos y comunidades ancestrales, ni la rapiña de las transnacionales, entre otras arbitrariedades han sido hasta la fecha lo suficientemente explosivas para sacudir la conciencia del colombiano de a pie, que se limita a contemplar las injusticias con indolencia ¿O es más exacto decir resignación?

Tal vez conformidad sea la palabra que mejor designe esta actitud. Realmente no puede esperarse otra cosa de un pueblo que desde que tengo memoria vive familiarizado con la injusticia y la deshonestidad en todas sus manifestaciones y en cada una de las esferas sociales. Basta con recordar hechos tan cotidianos como pasarse el semáforo en rojo, los sobornos (cuando no son agresiones) a los policías de tránsito, la falta de ética comercial, y colarse en la fila para pensar en la ilicitud, no como un flagelo, sino como un símbolo patrio más de este condenado país.


Colombia es suelo fértil para la semilla de la corrupción, y como los casos son tan desbordantes, es preciso abordar el tema de manera esquemática y comparativa: mientras en otros países procedimientos desarrollados para amedrentar a la oposición política son razón suficiente para que dimitan sus presidentes, en Colombia estos le permiten llegar sin mayores inconvenientes al final de su periodo de gobierno e incluso aspirar a reelegirse. De igual manera, en países como España el cohecho y las adjudicaciones a dedo tienen sanciones que la justicia colombiana administra con notoria lenidad y que todavía mantienen en sus cargos a funcionarios públicos (que lo diga Samuel Moreno que como mucho logró tres meses de suspensión, y todavía tiene la desfachatez de asegurar que renunciar no está en sus planes). Y es que hasta países como la India son más ejemplarizantes a la hora de sacudirse de los abusos de corporaciones transnacionales, mientras el Estado colombiano, con la genuflexión que le caracteriza, les permite hacer lo que les plazca con los recursos naturales y los derechos humanos a cambio de compensaciones mezquinas.

Todas las condiciones están dadas para que la corrupción y la injusticia prosperen en este país. ¿Cómo iba a ser de otra manera si en el mismo imaginario colectivo del pueblo colombiano se inserta la demonización de la protesta contra las injusticias, clasificándola como una "manifestación mamerta"? Definitivamente la ignorancia es la mayor legitimación de la corrupción.

lunes, 2 de mayo de 2011

Euforia y lamentaciones por Bin Laden

Es innegable que la muerte de Osama Bin Laden desde el 11 de septiembre de 2001 era uno de los acontecimientos que en especial el mundo occidental más deseaba presenciar. Sin embargo el eufórico júbilo que comenzó en la madrugada de ayer, como cabe esperar, contrasta con el escepticismo y el rechazo de facciones políticas adversas. Si no son los tradicionales cuestionamientos éticos de la corriente anti-yanqui (muy dominada por la expresión más radical de la izquierda) los que atacan este tipo de iniciativas militares de Estados Unidos -especialmente cuando los del norte pasan por alto la soberanía del país donde se desarrolla la operación, como en este caso-, por otro lado son los suspicaces que no dan crédito ni a la misma muerte de Bin Laden, y menos después de que el Pentágono confirmara que al cadáver se le practicó una inhumación en el Océano índico acorde con las tradiciones islámicas (¿desde cuando se preocupa tanto Estados Unidos por los ritos de sus muertos?). Y por supuesto, no se puede olvidar el foto-montaje de pobre calidad que difundió la televisión pakistaní.

Pero también hay que resaltar la invocación de los derechos humanos y la "defensa de la vida" por parte de regímenes como el venezolano, que una vez más muestra al mundo su diligencia en condenar los crímenes del imperialismo yanqui, sin abdicar, eso si, en su solidaridad con dictaduras del medio oriente asesinas de su propio pueblo o que amenazan con el mayor desparpajo con borrar del mapa todo un país.


"Ahora la muerte de cualquier individuo, aparentemente de lo que se le acuse, pero no sólo de elementos fuera de la legalidad como Osama bin Laden, sino de presidentes, de las familias de presidentes, son abiertamente celebradas por los jefes de los gobiernos que bombardea" - Elias Jaua, Vicepresidente de Venezuela.

La muerte de Bin Laden no va a dar termino al terrorismo internacional, eso es cierto, sobre todo si la política exterior de Estados Unidos sigue procediendo con la misma intransigencia, por mucho que se esmere en mostrarse en estas circunstancias como el guardián de la seguridad global que lo combate. Pero es aún más dudoso que el terrorismo desaparezca al encontrar tanta aprobación disfrazada de humanismo por parte del antiyanquismo de izquierdas.

miércoles, 27 de abril de 2011

Boda real británica: nuevo sedante para las masas

Ya es una tradición en una tragedia de país como Colombia, tan obediente a su naturaleza resignada pero tan resistente a encarar los problemas con honesta auto-crítica, que el común de sus habitantes se extravíen en ensoñaciones pueriles y prefieran delegarle la solución de todas sus tribulaciones a la dudosa misericordia de su catolicidad, o en su defecto, a la clase dirigente corrupta que su estupidez legitima. Y no hablo de embuste patriotero de "Colombia es Pasión" con que los medios de comunicación (tan vapuleados en este blog) le lavan el cerebro a ellos y a extranjeros incautos, sino al bombardeo incesante de contenidos insustanciales que se promocionan con inmerecida relevancia. Como si ya no fueran suficientes narcóticos el concurso de belleza de Cartagena, las transmisiones de fútbol local y foráneo y los realities, ahora enciman la transmisión de la famosa boda real.

¿Cómo no va a campear la corrupción en un país que le presta tanta atención a bagatelas como esta? ¿Qué otro interés -además del de distraer a las masas de este sufrida patria- subyace en todo este despliegue mediático al egoísmo de una institución anacrónica y parásita como la realeza británica, siempre tan indiferente a la pobreza y la miseria del mundo?

Yo sabía que la sociedad colombiana era xenófila, e incluso que se complacía con cualquier superchería orquestada por la prensa, pero no me convencía del todo como ahora la idea de que lo más pobre de Colombia y sus habitantes es en definitiva  su autoestima.

jueves, 14 de abril de 2011

CALI, INSEGURIDAD Y OSTENTACIÓN


Me llama la atención el sobresalto de muchos en Cali cuando se enteran que la inseguridad reina en esta ciudad, como si los atracos, las riñas entre vecinos y parches urbanos, los accidentes de tránsito, los homicidios y el consumo desenfrenado de licor (factor que incide en las anteriores) fueran algo exótico, o un desafío superado. Tal vez por ese exceso de optimismo que suelen trasmitir los indicadores de seguridad cuando hay reducciones en muertes violentas (así sean esporádicas y minúsculas), o a lo mejor porque tal y como acontece en otras ciudades del país, el desarrollo de faraónicas obras de infraestructura eclipsa esta realidad. Pero la realidad siempre termina desbordando todos los diques que le pongan: la criminalidad, así como la desigualdad social, el desempleo y la marginación con las que está emparentada, es un problema que las autoridades locales no consiguen desterrar de Cali.



Y es que el de seguridad es uno de los rubros más desatendidos por la administración local: solo se le destinan al año 6.000 millones de pesos, 2.500 pesos per cápita, inversión raquítica si se compara con los 18.000 y 16.000 pesos p.c. que invierten Medellín y Bogotá respectivamente. Pero ahí está la prelación de las famosas "21 megaobras" y los más de 800.000 millones de pesos que demanda su realización, obtenidos a través del cobro de valorización. Un ostensible desequilibrio que delata el afán de ostentar "progreso", incluso a costa del bienestar de los caleños.

Hasta ciudades intermedias como Bucaramanga o Neiva superan a Cali en cuanto a inversión en seguridad. Fuente: El País de Cali


Pero tampoco se puede obviar que una inversión sobreconcentrada en el reforzamiento de la Fuerza Pública produce los mismos resultados que invertir poco o nada (ver el caso de Medellín), máxime si permanecen intactos los cimientos del crimen en la marginación social, la imposibilidad de acceder a la educación o a un empleo, y una cultura traqueta enraizada a la idiosincrasia, fecunda en intolerancia y falta de civismo. La plenitud de seguridad para Cali, la de la cifra de 0 muertos, está todavía muy lejos de conseguir, sea por miopía administrativa, escasez de recursos o desigualdades sociales.

viernes, 8 de abril de 2011

REFORMA A LA EDUCACIÓN SUPERIOR COLOMBIANA - VERDADES A MEDIAS E INQUIETUDES


Y no cesa el acecho del capital privado a la Universidad Pública ¿Comporta realmente la reforma a la ley 30 de 1992 el incremento de la calidad en la educación o el gobierno simplemente dora la píldora?

Inyección de capitales a cambio de la independencia universitaria, un negocio de costes incalculables. Aún con la exposición de todos los modelos de educación con ánimo de lucro "exitosos" en el ámbito internacional, los riesgos a evaluar son insoslayables, considerando que: primero, la participación propuesta de la empresa privada va en consonancia con la disminución (o sustitución) en un significativo porcentaje de la del Estado; segundo, rara vez este tipo de inversión en el sector público ha sido desinteresada -y cabe apuntar que esta no parece ser una disposición filantrópica-, sin olvidar que como consecuencia de todo esto, el criterio privado incidiría en la formación académica, vinculándola  únicamente al sector productivo, al tiempo que desampara otras áreas del conocimiento.

¿Qué impulsa al gobierno a formular tan polémico proyecto? ¿Tan pobre es su capacidad de atacar el déficit que presenta la universidad pública como para comprometer la vocación de la misma? ¿U obedece esto a una falta de voluntad para canalizar otros fondos del estado, por no decir que a la inextinguible genuflexión de los gobiernos de Colombia a los agentes económicos?

miércoles, 30 de marzo de 2011

PREMIO RODOLFO WALSH A LA REPRESIÓN MEDIÁTICA


No sé si todo responderá a la simple identificación ideológica de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de la Plata, pero lo cierto es que pocas cosas han sido tan dignas de contestación como la concesión de un premio de periodismo como el Rodolfo Walsh a un enemigo declarado de la profesión y de la democracia como el déspota venezolano Hugo Chávez.

viernes, 18 de marzo de 2011

LA TRAGEDIA DE JAPÓN Y LA TRAGEDIA ECOLÓGICA


Sin duda esta es una de esas semanas que muchos juzgamos olvidables, impregnada de una tintura apocalíptica que parece cundir en todo el panorama mundial, y no lo digo influenciado por la superstición que sobrecoge a los temerosos del 2012 ni por el estremecimiento de los  HAARParanóicos, sino por el innegable retroceso al que el mundo se precipita en variados aspectos.

Retrocesos (o progresos, según la perspectiva con que se mire) como el inexorable desdén con que Japón y demás potencias capitalistas asaltan a la naturaleza. No debe desconocerse la magnitud de la catástrofe en este país, pero tampoco debe pasarse por alto que a algunos sectores les conmueve menos la devastación humana o medioambiental que la económica; además de advertir el hecho de que la palabra tragedia tenga un uso restringido en la cobertura a eventualidades como esta, pero elusivo con otras, como la aniquilación sistemática del ecosistema marino por parte de las corporaciones pesqueras niponas.

¿Cuándo será que tragedias como esta por fin empezarán a despertar tanta solidaridad de parte de la comunidad internacional?

ADVERTENCIA: ESTE VIDEO CONTIENE IMAGENES PUEDEN SER EXTREMADAMENTE SENSIBLES PARA LOS EXPECTADORES .




miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS JÓVENES DE HOY ¿ESPERANZA O DECEPCIÓN?


Uno se pregunta por qué razón en Colombia diferentes estamentos de la sociedad civil se obstinan a darle crédito sin más a la presunción de que los jóvenes colombianos de hoy son más sensatos, pro-activos y comprometidos con el futuro de este país que las generaciones anteriores, cuando en realidad por donde quiera que se vaya, a uno le toca enfrentarse a la confirmación de semejante mentira. 

Mientras la sociedad colombiana se debate entre el amparo a la delincuencia juvenil vigente hasta ahora y un castigo ejemplarizante, la "inculturización"sistemática de los jóvenes sigue mimetizándose en la educación y el entretenimiento, sumando a eso las convenciones sociales, más portadoras de vicios que de virtudes, lo cual incide en el actual estado de cosas.

A los medios noticiosos, por ejemplo,  no les interesa otra forma de asumir la enormidad de los problemas que afectan a la juventud distinta a la fragmentaria, sensacionalista y superficial con que lo hacen, reduciendo todo a un minúsculo puñado de ellos por las reacciones que reporta (violencia, drogadicción, etc.), al tiempo que se silencian sobre la apatía galopante con que esta generación percibe lo que pasa en el país. Abundancia en espectacularidad y economía en citas a las causas (al menos las verdaderas) de estas y otros temas.

Pero como la inculturización de los jóvenes copa todos los frentes, también participan de ello la radio, en la que proliferan emisoras que difunden ideas de lo que "es ser jóven", combinando "música" como reggaeton en todas sus fusiones con discusiones estupidizantes de sus "locutores",que pese a todo, cuentan con la aceptación de sus adolescentes radioescuchas. Y luego están Facebook, H5, Myspace, etc. tan preponderantes en la vida de la mayoría de jóvenes que no solo se prestan como escenario para que los "parches" y demás tribus urbanas se citen a dirimir sus diferencias en algún sitio de la ciudad,  sino que además podría decirse desde hace mucho sustituyen cualquier otra forma de hacer vida social.

Tanta intoxicación mental solo parece responder al control social que tiene paralizados los engranajes de este país.


¡Por favor! pongamos los pies en la tierra: Decir que los jóvenes en Colombia prometen un futuro alentador es ser cómplice de la mediocridad. La ineptitud de las instituciones sociales y los medios solo producen una masa de ciudadanos carentes de autonomía y presa del discurso del demagogo o agitador de turno. 

domingo, 6 de marzo de 2011

LOS DERECHOS HUMANOS: PUNTA DE LANZA DE OCCIDENTE


Vuelve y juega: los derechos humanos son invocados de nuevo en la condena por parte de la comunidad internacional de regímenes totalitarios que contaron con décadas de su indiferencia y/o apoyo. Pero más que al sentimentalismo pretendido por los medios de comunicación, el convulso trance por el que atraviesan Libia, Egipto y otras naciones del Mundo Islámico, debe conducir a una reflexión más crítica de la dinámica que presentan los estados en el marco de las revoluciones sociales, que no ofrece una impresión muy optimista al observar que detrás de muchas de estas insurrecciones sociales que sacuden el mundo asechan fuerzas oscuras (endógenas y exógenas) que empuñando la bandera de las libertad y la igualdad, no ansían cosa distinta a saciar su sed poder.

La impostura de ese discurso humanista se ve evidenciada por la selectividad de su orientación. ¿Porqué de entre todos los regímenes anti-democráticos que colman el mundo, solo un puñado de ellos seduce a la prensa internacional y a las potencias occidentales? ¿Porqué la OTAN se preocupa por la situación de los derechos humanos y de estabilidad en autocracias como Libia (socio estratégico de sus más destacados miembros) justo cuando los precios del petróleo están por las nubes y lo mejor, Israel se está quedando sin apoyo? Esa consideración de ventajas geo-estratégicas devela la naturaleza de rol que asume el bloque occidental como "policía del mundo".

¿Dejar transcurrir 40 años de alianzas políticas y comerciales de despotismo de Gadafi y tolerar su intromisión en conflictos civiles de paises vecinos como Chad, para luego sermonear al mundo con la invocación de los derechos humanos?


¿Derechos humanos, libertad? Nada de eso, simples envoltorios para adecentar la codicia de las potencias y su intromisión en los conflictos del tercer mundo en circunstancias tan cruciales como la presente. 

miércoles, 2 de marzo de 2011

RCN: EL BAZAR INFORMATIVO

La desproporcionada cantidad de premios que cosecha RCN en los últimos años, tanto en el campo de producción de novelas como de noticias, confirma que la calidad y la veracidad perdieron interés por parte de la audiencia en favor del embuste, porque si hay algo más ficticio y manipulado en este canal que los dramones del prime-time esos son los noticieros .

Pero ya no es la orientación política lo que sobresale en Noticias RCN. En su desmedida voracidad de mayor sintonía y con la intención de justificar dos horas de emisión (si, DOS HORASmientras en otros países solo dura media hora), este se ha convertido en una vulgar copia del resto de la programación del canal, amalgamando ingredientes discordantes con el ejercicio que un espacio como este debería desempeñar: el de "informar":




Para empezar, la sección de los "útiles inútiles", que en lugar de dar al tema de los abusos en las listas de implementos escolares la seriedad que reclama, lo banaliza, y de paso nos termina demostrando que lo verdaderamente inútil es este espacio;






luego, viene el centralismo bogotano en cantidades industriales con el insufrible "Patrullero RCN" que para colmo de males ahora viene recargado con otras secciones "complementarias": "Patrullero del aire", "Patrullero de la noche" y "Patrullero Nacional";






las secciones de salud y de tecnología "Jueves de Salud"  y "Mundo digital": escaparates que ofrecen los productos y servicios del dueño del aviso y sus socios disfrazados de noticias;






y como remate de la jornada, llegan las noticias futbolísticas (no deportivas como se anuncia) y las de entretenimiento, en cierta manera la antítesis del resto del noticiero, ya que si secciones como las de los "patrulleros" están cargadas de centralismo bogotano, las de los deportes y farándula evidencian un regionalismo paisa de proporciones épicas, expresado en las largas y tediosas notas sobre Atlético Nacional (el equipo del patrón), el clásico de la montaña, y las notas sobre Colombiamoda, Colombiatex o la Feria de las Flores. 


El propósito de medios privados como RCN desde sus inicios nunca ha sido informar como si vender y convencer.


¿Qué otro interés podía tener un industrial al adquirir una frecuencia televisiva además del de dar mayor visibilidad a sus demás empresas, y a su filiación política?


RCN es tan veraz y tan objetivo como cualquier catálogo publicitario. El modelo que propone es la banalización y mercantilización del periodismo, que requiere con mayor frecuencia de reporteros prosaicos y caras bonitas y retocadas que no "padezcan" de la enfermedad tan temida por sus propietarios, que no es otra que la autonomía. Presentadores (difícil titularlos periodistas) prestos a participar de la mistificación de la realidad del país, enmascarándola o evadiéndose con países vecinos (¿Cierto Señora Gurisatti?)

sábado, 19 de febrero de 2011

FACEBOOK Y OTRAS REDES SOCIALES: DE LO ESTÚPIDO A LO PELIGROSO



¿Habrá algo más inútil, o por lo menos más subutilizado que las redes sociales? Si reunir familias y amigos separados por distancias geográficas, o incluso ser plataformas atractivas para la promoción de negocios y páginas de internet eran el propósito inicial con que fueron concebidas, no tardaron mucho en desvirtuarse y transformarse en el refugio de adolescentes en busca de una identidad de la que carecen en la vida real, y de adultos poco capaces de manifestar por medios análogos sus "ideas". Todo esto ha convertido este juego en lo que es hoy por hoy: la fábrica de spam más activa de internet.

Aparte de alimentar al narcisista que todos llevamos dentro y otorgarle esa ficticia y adictiva sensación de fama, no es perceptible otra utilidad para redes como Facebook, a no ser que la bronca, el exhibicionismo de colegialas sin mucho seso y la difamación sean asuntos de vital importancia. Solo basta una ojeada a las aplicaciones y a los motores de búsqueda para comprobar que lo banal y lo nocivo dan forma a esta moda, participada no solo por tribus urbanas, sino también por celebridades, o ex- presidentes con mucho tiempo libre, en campaña, y que no se resignan al olvido.

Obviamente habrá quien defienda que aplicaciones como los grupos o los fanpages tienen a favor el poder de reunir personas con gustos en común: géneros musicales, cantantes, actores, escritores, etc. Igualmente, no se puede obviar que todos los recursos que Facebook dispone (crear una fanpage o un grupo toma menos tiempo que un pestañeo) están al alcance de cualquier persona con una cuenta y mucho tiempo libre, lo que explica la proliferación de espacios que realmente no aportan nada constructivo o relevante, y por el contrario congregan a personas con propósitos aterradores.

Por ejemplo, cada vez más la prevalencia de grupos banales que comienzan con "Yo también.." es desplazada por la de los que empiezan titulándose "Odio a..." y a continuación, el nombre del grupo poblacional contra el que se albergue mayor resentimiento: los negros, los judios, los homosexuales, los inmigrantes, los pobres, los paisas, los rolos, los costeños, los caleños, los emos, los punks, los comunistas, los fachos, el presidente, actor/actriz de TV, la profesora cuchilla, el tendero de la esquina, la vecina, la novia, yo, tú, él, ella y todos los chivos expiatorios que se atraviesen.




Estas majaderías se demoran en ser borradas tal vez porque son el combustible de facebook



Y de poco o nada sirven los paliativos habilitados para contener la propagación de estos abusos, ya que como habrán experimentado muchos, rara vez el discretísimo botón de "denunciar"  cumple una función distinta a la decorativa.

viernes, 11 de febrero de 2011

CALLÓ MUBARAK.. HURRA! Y DESPUÉS...?



Como pocas veces en la vida me voy a resistir a dejarme arrastrar por el júbilo que olea en la  la comunidad internacional en estos momentos.  El  hace mucho tiempo ansiado anuncio del sátrapa Hosni Mubarak de abandonar el poder, que algunos inunda de alegría, a otros, al menos, nos formula una pregunta ¿A qué apunta la transición: a una verdadera democracia o a un estado teocráctico?


El  estado de cosas en el país, hay que decirlo, no parece augurar un futuro muy esperanzador.

Obviamente es muy loable que con la caída de este tipo de regímenes desaprensivos que atropellan a sus ciudadanos tengan ese recibo. Pero ¿realmente se puede abandonar uno al optimismo con un país donde el espectro político realmente no presenta alternativas que permitan vislumbrar un porvenir prospero? Solo con mencionar a la Gran Hermandad Musulmana- el hasta ahora más reputado partido de oposición- basta para saber que la posibilidad de ser un calco más de los totalitarismos religiosos del Medio Oriente toca las puertas de Egipto.

Hay cosas rescatables, por supuesto. El  impacto que tiene esta transición en el contexto internacional es ante todo positivo, si se tiene en cuenta que Israel contará con un aliado menos en su feroz vejación a los palestinos. Pero ¿Realmente vale la pena arriesgar a ir de Guatemala a Guatepeor, o mejor, de Egipto a una nueva Irán?

jueves, 3 de febrero de 2011

COLOMBIA: DE REGIONALISMOS Y ESCAPISMOS



Entrada relacionada: Regionalismos y demás pendejadas.


No es tan difícil comprender porqué el colombiano promedio es tan propenso a perderse en ensoñaciones, si se considera la suerte que le tocó de nacer en un país pobre, con una autoestima aún más pobre, magullado por décadas de derramamientos de sangre absurdos y una demoledora corrupción. Frente a una realidad tan desabrida, la única salida parece entregarse a la misericordia de las fantasías nacionalistas, someterse a la manipulación de los demagogos instalados en el poder y los medios de comunicación, portadores de la misión de pregonar ese mito de que además de café o esmeraldas, todo lo que exporta esta Banana republic es tremendamente excepcional, envidiado, apetecido o codiciado por el resto del orbe.


Pero como si el escapismo del orgullo patrio fuera narcótico insuficiente, ahora asistimos a la intensificación de los regionalismos, que en Colombia en realidad tienen perspectiva de nacionalismos secesionistas. Pero tal vez lo más llamativo del tan ensalzado arraigo provinciano no son las transformaciones sociales que tanto pontifican sus defensores, sino su propósito subyacente de ocultar las realidad. Ejemplo inequívoco son los sectores más ortodoxos en Medellín y Cali, que se rasgan las vestiduras por cada medio - nacional o extranjero- que documente sin omisiones simplemente la verdad. Y como cabe esperar de regiones que se inquietan más por la imagen que transmiten al mundo y no tanto su propio bienestar, el contraataque suele ser el esperado: en lugar de hacer mea culpa y diseñar una política seria enfocada en acabar de raíz con este problema, se pretende hacer frente a todas las críticas agudizando las campañas mediáticas que describen más bien a lejanas y prosperas urbes donde fluyen la leche y la miel, adoradoras del hormigón, donde la sonrisa es un músculo facial permanente en las personas, y no las cloacas hirvientes en miseria, desigualdad y anarquía que nos toca vivir, que a fuerza de optimismo muchos siguen llamando "ciudades".








Ahora, ni que decir de los apelativos que acompañan los nombres de las ciudades, que también permiten dimensionar la pobre sintonía entre el sentir de la población y la realidad: hablamos de "Atenas suramericanas (Bogotá se lo gana con meritos, a juzgar por las ruinas de la 26), "ciudades de la eterna primavera" (porque la especie floral que más abunda es la del gladiolo), o "sucursales del cielo" (tal vez por ser una fábrica de almas que surte el cielo de verdad), entre otros títulos, invocados por el pletórico ingenio de un poeta, o por el autoengaño de un pueblo.

martes, 1 de febrero de 2011

LA DESCOMUNAL SENSIBILIDAD DEL BLOGGER


Este es el segundo blog que administro (la nostalgia por el primero pudo conmigo, lo sé). Fue eso- además de mi colosal ego- lo que me impulsó a re-explorar este mundo proporcionado por el interactivo entorno de la web 2.0, dotado, como sabrán, de un innovador carácter de integración, y particularmente porque abre las puertas a un escenario muchas veces inexistente en la vida cotidiana propicio para la disertación y el intercambio de ideas.


O eso fue lo que pensé en un comienzo, porque por lo que hoy en día a uno le toca ver en Internet, uno comprende que ese intercambio nunca trascendió el simple ideal. Cuando apenas empezaba a administrar mi primer blog (el cuál ya cerré), el esperado- y siempre obligatorio- intercambio de percepciones con otros bloggers sobre distintos temas, como en la vida real, indefectiblemente me granjeó gratas y recordables impresiones, así mismo como otras experiencias que dejaron un amargo regusto: desde una discusión enmarcada en el respeto, hasta la más enconada intolerancia. Esto por supuesto es lo que ocurre en un porcentaje nada despreciable de blogs que como éste se especializan en la manifestación de opiniones, de la crítica (sea televisiva, política, social, etc.), y por eso tan propensos a generar controversia, lo cual, desde mi punto de vista, es algo muy saludable.


Y es que nada realmente nocivo hay en la divergencia de pensamiento, si algo hay que aplaudir de la llegada de los blogs es el de sacar del anonimato más que a las personas, a sus ideas, sus reflexiones. Lo que parece realmente minar un poco este ejercicio es que, con la democratización de la red, brinda de igual manera espacio a las sensibilidades personales de cada uno, las cuales, al entrar en contacto con el protagonismo que otorga la red, o bien se mantienen intactas, o bien (y es la tendencia) se inflan hasta adquirir unas proporciones cósmicas. Es una verdad inapelable reconocer que el ufano intelecto y el contestatario humanismo de muchos escritores virtuales está encadenado a su egolatría, una combinación explosiva que termina por convertir los blogs en espacios no tan democráticos.


¿Por qué? Es una percepción muy personal: ¿Será que se encaja el rótulo de "democrático" a blogs que se apoyan en la  libertad de expresión y presumen defenderla, pero que al tiempo censuran a sus visitantes cuando cometen el "atroz", el "abominable" crimen de DISENTIR con el dueño del aviso?. La forma en que opera esa censura no es ningún misterio: comentarios que desaparecen solo por apartarse de la adulación, términos impropios como "TROLL" que se endilgan a quien formula una discrepancia que trae una pizca de vehemencia, más no mala intención, entre otras formas de censura, todo esto cuando el dueño del sitio no responde los comentarios de sus visitantes con el más desdeñoso de los silencios.


Tiene este mundillo virtual sus pros y sus contras, pero en virtud de todo lo dicho, la web 2.0 dejó de ser, al menos para mí, la añorada promesa de la libertad de expresión que tanto se predica, porque sumado al antagonismo de las dictaduras/gobiernos anti-democráticos que abundan en el mundo, también encuentra tropiezo en la red por cuenta de la intolerancia y el sesgo de unos cuantos "opinadores" obsesionados con el lustro y el poder que le brindan el mundo virtual, y sus lectores.
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