miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sionismo Nazi: Las ironías de la historia

Fotografía: Oscar GTO/Flickr

Entre los años 2006-2007 la autora de este relato viajó a Israel y a los ‘Territorios Palestinos Ocupados’ como parte de lo que llama “un reporte personal”. 

Paola Dragnic
El ciudadano
Hace ya cuatro años que volví de Palestina y desde entonces, quiero escribir esta carta. Pero es tan grande todo lo vivido, que no he podido sentarme a resumir todo lo que quisiera contarles, para que al menos pudieran dimensionar lo que ahí sucede. Porque eso me pasó a mí. Creí ser conocedora del tema, creí saber y entender algo del “conflicto” y de la “causa”, pero nada se asemeja a vivirlo.

martes, 20 de noviembre de 2012

El sionismo criminal vuelve a hacer de las suyas.


Cualquier intento de describir las dimensiones de la barbarie árabe-israelí, del cinismo con que la mafia sionista y sus lacayos trivializan la tragedia del pueblo palestino, y en últimas de la indignación que todo ésto en conjunto despierta es insuficiente. La desazón ante esta pertinaz cosificación de la vida y la dignidad es inevitable: como ya es costumbre, Israel se limita a capitalizar el accionar de las milicias de Hamas para proseguir la limpieza étnica de Gaza, lanzando una nueva versión de la sangrienta "Operación Plomo Fundido", que deja un saldo de 115 personas muertas y más de 900 heridas, que como todos sus crímenes es avalada por la complacencia (o por las tibias amonestaciones) de Estados Unidos y la Unión Europea. Pero lo que realmente entristece o enerva es que un pueblo que conoció el horror en carne propia en el pasado, que respiró las más fétidas miasmas del odio racial y el nacionalismo exacerbado haya sucumbido a la misma degradación, o para ser preciso, que haya desenterrado su antigua soberbia y etnocentrismo para subyugar y exterminar a otro pueblo, y por tanto sus suplicios no le hubiesen sido de ningún aprendizaje, eso sin querer pasar por alto que también hay judíos que se resisten a simpatizar con esta carnicería. Tal vez no haya otra hecatombe en el mundo moderno que ilustre mejor que ésta a qué conducen el nacionalismo étnico y el fundamentalismo religioso, especialmente cuando interactúan, se entrelazan y funden en uno solo.


Reza el refranero popular que árbol que nace torcido su rama nunca endereza. Al mirar no sólo los turbios orígenes del Estado de Israel sino las supersticiones postdilúvicas que atizan su testarudo patrioterismo, parece una quimera la abdicación de su agenda expoliadora y criminal, principalmente cuando la derecha jabotinskiana ostenta mayor poder e influencia. Todo indica que seguiremos viendo por mucho tiempo más de su inexorable pero cada vez menos creíble lucha contra el terrorismo y embustero discurso de la "legítima defensa".


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