viernes, 2 de septiembre de 2016

De regresos y cambios

He sabido de blogs que cambian radicalmente sus contenidos, que alteran su rumbo temático después de un muy largo ciclo, pero no me he topado hasta la fecha con blogs que cambien algo tan emblemático como la orientación ideológica (tal vez clausura y hasta suspensión definitiva, pero nunca una reorientación en este sentido), y no creo que este sea el único caso. Lo cierto es que hasta ahora no he tenido la fortuna de toparme con uno de esa naturaleza.

Y bien, ¿cuál es el cambio ideológico? El más radical e impensable para un bloguero de tendencia progresista. Suspendí la actividad de este blog cuando empecé mi carrera universitaria. La entrada a una universidad pública como la del Valle significa para muchos la inmersión en el mundo del progresismo, o por lo menos la reafirmación de sus ideales; para mí, en cambio, supuso todo lo contrario. Fue en el ingreso a la Universidad del Valle cuando comenzó el desencanto hacia la izquierda política y el derrumbamiento de todos los fundamentos del progresismo al ser testigo de su fanatismo e incongruencias. Esta circunstancia, paralela a las búsquedas de otros horizontes bibliográficos en materia de política que ya veía realizando, fue lo que me indujo finalmente a abjurar del progresismo en pos de una orientación libertaria.

No ha sido un capricho, el cambio en realidad fue una experiencia espiritual más dura de lo que parece; las ideologías no son como chiros que se pueden quitar o poner de un tirón. Abandonar un credo que se había interiorizado en un grado incalculable es como arrancarse de cuajo una entraña. Sería necio juzgar agradable o simplemente normal ver cómo se desmoronan los ideales en que se depositaban las esperanzas (justicia social, pacifismo, multiculturalismo...). Sí, es complicado, aunque no más que tener que tomar esta decisión con respecto a este blog, al que por un lado le tengo cierto cariño por su contribución a mi formación escritural pre-universitaria, y por otro me ha turbado cada vez que miro sus entradas publicadas hasta ahora, la mayoría de las cuales destilan una bilis que me avergüenza, pero que sobre todo proclaman ideas con las que ya no me identifico, simpatías con las que ya no simpatizo y enemigos que ya no lo son. ¿Qué le vamos a hacer? La vida es cambiante, y cambiar es prueba de que estamos vivos; el cambio de cosmovisión en particular es el precio de la búsqueda indeclinable de la verdad.

No borraré el blog por las razones ya expuestas arriba. Lo que no he decidido aún es si sigo publicando aquí, o si lo haré en un nuevo blog. Tampoco sé si eliminaré los posts antiguos o los dejaré como vestigios del cambio. De cualquier manera, esta entrada es el primer pago de una vieja deuda que tenía conmigo mismo.

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